En una de las historias de On Loving Women, la protagonista, una
niña, ve una escena de romance lésbico en la televisión. Se pone tan nerviosa
que cambia el canal y cuando vuelve, la escena ha acabado. Al final de esta
historieta, después de una vida de autoexploración y descubrimiento de la
propia sexualidad, el viaje acaba cuando, por azar, la niña, ya adulta, encuentra
la misma película en la televisión y es capaz de ver la escena del beso entera.
La ilustradora y cineasta de
animación canadiense Diane Obomsawin, decidió juntar a sus amigas y hacerles
una pregunta: “¿Cuándo fue tu primera atracción, incluso aunque fuera
inconsciente, por una mujer?”. Reunió las respuestas en On loving women (“amando mujeres”), un puñado de historietas en las
que se cuenta el “primer amor” de un grupo de mujeres, como sugiere el título,
homosexuales.
Para ello elige un
estilo
propio, rabiosamente naive e
incluso infantil. El minimalismo lo completa con una animalización furry al estilo Maus de Spiegelman: sus personajes, humanos con cabezas animales, no se ahorran comentarios sobre esa peculiaridad (como la niña que se enamora de una compañera "con cara de caballo" que le hace querer ser jockey).
El humor y la ingenuidad son claves en una forma narrativa cuya mejor baza es
la sencillez: Obomsawin se las apaña para contar emociones tan intensas como
las que se viven en la juventud de la forma más simple, lejos de dramatismos.
Aunque subjetivo, en un tema
que también tiene trasfondo social como es el de la aceptación de la homosexualidad no
se dejan de lado las
referencias culturales
que ayudan a poner a
nuestras criaturas en contexto, desde los disfraces del Zorro o Flash Gordon de
la niña que quiere vestir como su hermano hasta menciones al movimiento
canadiense para despenalizar la homosexualidad de los 70s o los poemas de
Regine Deforces. De forma menos explícita se muestra el trasfondo dramático del
libro: lo que hace mención a la
represión
sufrida por, en este caso,
las protagonistas, que sería extrapolable a la que sufren las personas
homosexuales en general. Desde el personaje que comenta que “en la escuela
salía con chicos porque era lo que hacía todo el mundo” hasta la desconsoladora
historia, contada con una ternura casi fría, de la joven a quien su madre
cambió de escuela y mandó a un ginecólogo para evitar sus relaciones lésbicas. La
soledad y aislamiento de las parejas del mismo sexo del libro se expresa, de
forma brillante, mostrando un mundo en el que no caben ese tipo de relaciones
(con elementos simbólicos como el anuncio en el que aparece una pareja
heterosexual o la canción “When a man loves a woman”). Pero el tono se aleja de
lo trágico: mantiene, en cambio, un espíritu de positivismo y resistencia ante todas
las dificultades sociales.
Dentro del marco social, se
trata de un relato intimista, cuyo tema principal es la
infancia.
Acompañados por el ya
mencionado estilo naive e infantil, las historias se sumergen en el rincón más
antiguo de los deseos humanos, el que se abre en la edad más temprana, para
retrotraerse al momento en el que todos nos damos cuenta de nuestra propia
sexualidad. El relato se enmarca, cómo no, en escenarios como la casa familiar o la escuela,
donde las protagonistas se enamoran de profesoras o compañeras de pupitre y surgen historias "inmaduras" de celos, intentos de llamar la atención, inseguridades, etc. Esta confusión infantil se relata sin drama, vibrante y esperanzada
como lo es la juventud, y de forma tan sencilla como emotiva… dejando lado
también a la provocación adolescente (el sexo, las parejas abiertas, las drogas, el rechazo
a las tradiciones, etc.) Mediante la exploración de la auto-identidad y del
amor, que es en la infancia tan surrealista como estos híbridos persona-animal,
la autora realiza un discurso íntimo, humorístico y tierno, a favor de la
libertad sexual y de la libertad, en sí.
“Nos
besamos. Pensé: “¡No sabía que las chicas se pudieran besar!” Nunca se me había
pasado por la mente.”
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