Inspiradas en los ejercicios
de estilo de Raymond Queneau, pero llevado a un extremo más caótico y
divertido, las instrucciones experimentales de Madden conforman un libro sui generis que parte de una idea inspiradora:
que las formas de contar una misma realidad son tantas como narradores hay, como
combinaciones de palabras existen, como milímetros cuadrados tiene el fotógrafo
para posicionarse antes de hacer el clic. Infinitas,
vaya. De ese modo lleva a cabo este “99 formas de contar una historia”, que
resulta mucho más que unos “ejercicios de estilo” como reza el título sino un
ingenioso, desbordante y divertidísimo tratado
sobre el poder de la imaginación del artista.
Partiendo de una historia simplísima (dos personajes, el
interior de una casa y un protagonista que abre la nevera y olvida qué iba a
buscar, nada más), el autor la cuenta de 99 formas distintas usando diferentes
estilos, técnicas y puntos de vista. Así, por ejemplo, si emplea diferentes
formas de narrador
narra la historia mediante
un narrador subjetivo, objetivo, un voyeur del piso de enfrente, de muy cerca o
lejos, desde el punto de vista de la nevera… Del mismo modo nos muestra cómo
una alteración de la estructura (usando, por ejemplo, de una a treinta viñetas,
o viñetas verticales frente a las horizontales) cambia radicalmente la forma
narrativa. Más jugoso es el juego con diferentes
estilos
propios del mundo del cómic
del que el autor muestra ser un gran erudito: cómic político, photocomic,
manga, romántico, fantástico, bélico, humor, underground, manga, furry, superhéroe…
hasta anuncios de prevención del sida o panfletos religiosos. Impagables son
los experimentos como el palíndromo o el “inking outisde the box”, y por medio
de recrear storyboards o experimentos con “cámara fija” o con “errores de
racord”, Madden demuestra también el estrecho
vínculo con el mundo del cine
Por supuesto, en el juego de
recrear estilos pictóricos y darle un repaso al mundo del cómic, no faltan
referencias
homenajes y parodias, de
toda clase de artistas del mismo: desde historietistas históricos o clásicos
(Rodolphe Töpffer, el tapiz de Bayeux, the Yellow Kid, Little Nemo, el estilo
línea clara de cómics como Tintín…) hasta otros más modernos como Daniel
Clowes, Art Spiegelman, Robert Crumb o Julie Doucet… así como referencias al
cine (la película High Noon) o a la fotografía (Duane Michals). Con innegable
talento, con
humor
-sobresaliente la recreación
de la historia a través de instrucciones o de anuncios comerciales-, estos “ejercicios
de estilo” nos hacen reflexionar sobre
la manipulación y la objetividad no sólo en el mundo del cómic, darán al aspirante a viñetista una nueva perspectiva y supondrán, en
definitiva, una divertida y sobresaliente celebración de la infinitud de la imaginación de un
artista.
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